Uno de los elementos más importantes de la contabilidad de una empresa, por no decir el más importante, es el balance de situación. Se trata de una foto fija que refleja el estado patrimonial de una sociedad con el objetivo de conocer los ingresos, gastos, beneficios y, en general, la situación económica y financiera de una empresa en un momento determinado, generalmente a principio de año (balance de apertura) y a final de año (balance de cierre).
El balance de situación es uno de los documentos más importantes de todas las empresas, sea cual sea su tamaño. No en vano, las empresas están obligadas a presentar el balance todos los años en el Registro Mercantil, junto con el resto de cuentas anuales. Es una información pública, a la que toda persona puede acceder y que debe estar convenientemente auditada.
Estados patrimoniales de un balance
Dentro de todo balance, se identifican tres masas patrimoniales: el activo, el pasivo y el patrimonio neto.
El activo
Según el artículo 36 del Código de Comercio, el activo se define como el conjunto de bienes, derechos y otros recursos controlados económicamente por la empresa, resultantes de sucesos pasados de los que se espera que la empresa pueda obtener beneficios económicos en el futuro. Dentro del activo se identifican dos cuentas, principalmente:
- Activo no corriente, dentro del cual se encuentra el inmovilizado intangible, el inmovilizado material o las inversiones inmobiliarias, entre otras partidas. Comprende los activos destinados a servir de forma duradera en la empresa, generalmente a más de un año.
- Activo corriente, también llamado activo circulante o líquido que comprende, entre otras cosas, la tesorería, los activos no corrientes mantenidos para la venta, las existencias y, en general, todo aquello que pueda convertirse en liquidez en un plazo menor a un año.
El pasivo
El pasivo comprende aquellas obligaciones actuales surgidas como consecuencia de sucesos pasados, y cuya extinción probablemente darían lugar a una disminución de recursos que puedan producir beneficios económicos. Al igual que con el activo, el pasivo también se clasifica en función de su plazo y de su exigibilidad.
- Pasivo exigible a corto plazo: son las obligaciones de la empresa obtenida gracias a entidades ajenas cuyo vencimiento es inferior a un año. Por ejemplo, un préstamo a seis meses o un crédito comercial a 90 días.
- Pasivo exigible a largo plazo: son las obligaciones de la empresa obtenida gracias a entidades ajenas cuyo vencimiento es superior al año. Por ejemplo, un préstamo a cinco años o una línea de crédito a dos años.
- Pasivo no exigible: también conocido como fondos propios o patrimonio neto, se define como la parte residual de los activos una vez deducidos todos los pasivos. Está formado por el capital, las reservas y el resultado del ejercicio.
¿Cómo interpretar un balance de situación?
El balance de situación se rige por la conocida como partida doble. Según este método, presente en contabilidad desde hace más de cinco siglos, el saldo deudor debe ser siempre y en todo momento igual al saldo acreedor. Dicho de otro modo, la suma de los activos y de los pasivos debe ser siempre igual a cero.
El balance de situación refleja el resultado exacto de todas las cuentas y, por tanto, de la situación patrimonial de una empresa. Echando un vistazo rápido al patrimonio neto, podremos ver cuál si una empresa es solvente o no. Si el patrimonio neto es negativo, el activo de la empresa no es suficiente para financiar el pasivo, por lo que la sociedad estará en quiebra técnica. Si, por el contrario, este es positivo, es posible que la empresa se encuentre saneada.
Además, el balance es una herramienta ideal para la toma de decisiones ya que gracias a este documento sabremos si se están cumpliendo los objetivos financieros, en qué se ha mejorado o cuánto dinero se debe a proveedores, entre otras muchas cosas.
En iAsesoría | Cómo cambiar la base de cotización siendo autónomo
Imagen | Unsplash